Túmbate sobre tu espalda, siente las partes de tí que tocan el suelo, qué partes sientes que hacen contacto con tu colchoneta, qué partes de tí entregan su peso a la misma.
Siente tu respiración, cómo se mueve dentro de tí, cómo estás descansando en este momento….
Más o menos, una clase de Feldenkrais comienza de esta manera. Así sentimos como nos encontramos al inicio de la clase, para al final de ella volver a testarnos y ver los cambios que se han producido.
Disfruto mucho tratando de llevar el Método Feldenkrais a la vida. Pensar que el apoyo que nos ofrece el suelo es como el apoyo que nos ofrece la vida, a través de las relaciones de amistad, familiares, amorosas…
Pienso en la importancia de los apoyos en nuestra vida, a quién le damos valor para poder relajarnos y poder compartir nuestras ilusiones, nuestros anhelos y sueños.
Estos días, gracias al confinamiento, repasaba cuales han sido los míos. Si quizás pido mucho a mis amigos/as, y no obtengo la respuesta que busco o si tiendo a apoyarme en relaciones que no me ofrecen una tierra clara y firme para que pueda seguir caminando la vida.
Lejos de la colchoneta, estos días vividos, ¿has podido descubrir cuáles son tus apoyos?