Fui sin saber dónde guiada por unas manos cálidas y abiertas de las que solo ofrecen las almas bellas. A un encuentro compartido, usábamos la música, el baile, la respiración y el movimiento como fuente de aprendizaje y crecimiento.
Buscábamos una vivencia que nos permitiera volver a regularnos a sentirnos plen@s.
La vida nos brindó la posibilidad de caminar por diversos Paraísos.
Tuvimos que sumergirnos en la tarea de seleccionar y ordenar nuestras semillas internas. Esas que habíamos ido desordenando durante el año o incluso muchos años atrás.
Encontramos el orden del Amor (hacia nosotros mismos y hacia los otros) ese que sabe que cada cosa tiene su lugar. Recuperamos la dignidad y el sentido de cada cosa.
Nos redescubrimos en la capacidad humana del dar, del recibir y del compartir, desde la delicadeza, el respeto y la aceptación que emana la TERNURA.
De este modo pudimos vernos mirarnos y mirar la vida con ojos de atardeceres, ojos que nos permiten crear mantener y sostener, paso a paso, nuestros movimientos y a la vez contemplar el mundo por primera vez.
Gracias a tod@s los que habéis formado parte de este viaje tan especial.
Con energía renovada con ganas de compartir y verter mi aprendizaje vuelvo a abrir las clases y los talleres. Este año con más ganas que nunca traigo propuestas nuevas alegres, juguetonas y divertidas.